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24 de abril de 2020

Mi testimonio: 10 cosas que aprendí en una “Secta Coaching”

Todo tiene algo para enseñarnos

¿Alguna vez un conocido ha tratado de enrolarte en un “entrenamiento” diciéndote que es una de las mejores experiencias que vivió y que arregló su vida? ¿Has visto algún coche con una estampa de una manita con 4 dedos alzados? Te cuento que se trata de unos cursos o entrenamientos de desarrollo personal de 3 niveles, que en el barrio son conocidos como “Sectas Coaching” (ellos obviamente no se llaman a sí mismos de esta manera).

Y por cierto, para aquellos curiosos; los 4 dedos son producto de una (de tantas) dinámicas que se viven en estos “cursos” y en pocas palabras significan la aceptación de las personas tal y como son; recibir con confianza a los demás y abrazar en lugar de rechazar.

Puesto de otra manera, los 4 dedos son un símbolo de compasión con nosotros y con los demás, aunque también, este símbolo se ha convertido en un código que identifica a las personas que ya fueron a estos cursos, creando un sentido (secreto) de pertenencia.

Pero bueno, les cuento mi experiencia…

En el 2016, una persona muy cercana me sugirió que fuera a uno de estos cursos. Me costó bastante convencerme, pero al final acepté ir, eso sí, con los ojos bien abiertos, cuestionando todo lo que iba a suceder los días siguientes.

Reconozco que después de los cursos, la forma en la que vivo mi vida cambió para bien, pues obtuve muchos aprendizajes valiosos y lecciones que de otra forma hubiera tardado tiempo en adquirir. No obstante, también vi algunas cosas que personalmente me parecieron muy jodidas.

Aquí te presento lo que aprendí durante estos cursos:

Lo chido (bueno)

El balance para mí en general fue positivo y creo que aprendí más de lo que esperaba. Los aprendizajes fueron diversos y complejos, pero si tuviera que resumirlo todo en 5 puntos, sería lo siguiente:

1. El poder del compromiso

Entendí el poder que tiene el valor del compromiso en la búsqueda de mis objetivos. Mantener mi palabra y conservar el enfoque en conseguir algo es una de las herramientas más poderosas que hasta la fecha he encontrado.

2. Yo soy responsable de mis decisiones

Dejé de buscar culpables a todo lo que me pasaba. Me di cuenta que mecánicamente me victimizaba y dejé de hacerlo. Otra cosa es que dejé de hablar en tercera persona y empecé a comunicarme en primera persona, hablando desde mi experiencia y mi punto de vista, dejando de tratar de generar leyes absolutas que aplicaran a todas las personas; cada quien vive una vida distinta.

3. Lo que me pasa es neutral y soy yo quien le otorga un significado

Reduje considerablemente mis juicios hacia personas o situaciones que inmediatamente me generaban negatividad. Comprendí que éstos hablan más de mí que de nadie y comencé a vivir más libremente; lo que me choca, me checa.

4. ¿Qué pretendo no saber?

Hay tantas cosas que se esconden detrás de un “no sé”. Sin duda, uno de los principales aprendizajes fue dejarme de cuentos e historias pendejas sin fundamento y empezar a responder esos cuestionamientos profundos. No entrar a la defensiva cuando alguien me cuestiona y empezar a buscar las respuestas a quién soy yo, por qué soy como soy y qué es lo que quiero.

5. Mi rol como líder

En estos cursos aprendí el verdadero significado de liderazgo. Entendí que la manera más efectiva de liderar es generando una relación de ganar-ganar y de inspirar a las personas empoderándolas para buscar aquello que quieren. Me alejé de un estilo de liderazgo tirano, hacia uno más democrático e incluyente.

Lo chafa (malo)

Dentro de todo lo que viví, puedo decir que también hubieron prácticas que me parecieron poco éticas; en el momento todo hace sentido pues estas personas tienen muy bien definido su script y todo tiene un sustento aparentemente lógico que lo hace sentir razonable. Habiendo pasado ya el tiempo, estas serían 5 cosas que catalogaría, fríamente, como lo más jodido que vi:

6. Habla como secta, camina como secta y come como secta

Al interior de los cursos, te hacen comprometerte de que no le vas a contar a nadie lo que vives ahí dentro. What happens in secta, stays in secta. Las personas que imparten dichos cursos se presentan como autoridades absolutas y en algunos momentos abusan verbalmente de los participantes. Finalmente, los participantes no pueden cuestionar el método en ningún momento y si decides no participar en las prácticas, estás fuera.

Muy cerca de lo que la RAE define como una secta; tú decide cómo lo llamas.

7. Lo que hacen no es coaching

Algunos años después de asistir a psicoterapias y de haberme certificado como coach, puedo asegurar que lo que sucede en estos talleres, está muy lejos de cualquier práctica de psicología o coaching profesional.

Lo que hacen estas personas es facilitar un taller predefinido cuyo origen está en corrientes ideológicas de los años 60 que se basan en el preparamiento coercitivo y la terapia de choque. Pretenden que el individuo supere sus traumas al revivirlos, entrando en un estado de estrés máximo (literalmente la gente revive sus traumas, entra en profundos llantos de desesperación y tiene que enfrentar la humillación y burla de los demás participantes); una práctica que es efectiva pero que, desde mi punto de vista y por momentos, rebaja al individuo a niveles fuera de cualquier principio de dignidad humana.

8. No existe la privacidad dentro de las sesiones

A los talleres asisten por igual personas que tienen vidas “perfectas” como personas con vidas “complicadas”; de todas las edades, colores y sabores. Cada persona va a trabajar cuestiones muy personales, pero al final todos conocen la historia de todos; no existen los secretos ni la privacidad, y si alguien no quiere participar, le muestran la puerta y hasta la próxima, amigos.

9. La preparación de los facilitadores no está demostrada

Las personas que llevan a cabo los talleres, quienes te gritan, te insultan y te provocan, han sido entrenadas por “muchas” horas (por el mismo instituto… ahem). No hay un organismo externo que regule el método ni la calidad de los programas. No pasaría nada si estuviéramos comprando artesanía en un mercado, pero al tratarse de la salud mental de los participantes, se esperaría que hubiera un poco más de profesionalismo en este aspecto.

10. Para poder graduarte, te piden que enroles a otros participantes en los cursos

El siguiente es el hecho más desagradable y, entre otras cosas, por lo que este tipo de negocios están prohibidos en varias partes del mundo.

Es normal que cualquier negocio base su crecimiento en las recomendaciones y ventas; eso no tiene nada de malo. Sin embargo, cuando tu producto es trabajar con la salud mental y el progreso individual de las personas y aprovechas la vulnerabilidad que les acabas de generar para pedirles que compren el siguiente nivel y hagan una labor de venta por ti; el chiste se cuenta sólo.

(No tengo evidencia de que este tipo de talleres utilicen esquemas piramidales o similares ya que el “vendedor” no se beneficia, mas allá de su graduación, de la gente que trae al programa.)

En conclusión, estos programas ofrecen una recompensa muy atractiva y en muchos casos sí mejoran la vida de quien decide cursarlos, sin embargo, hay que entender que hay muchos sacrificios y riesgos si uno entra ahí confiando ciegamente. Finalmente yo recomendaría a la gente probar la experiencia pero hacerlo con una consciencia presente en todo momento y cuestionando las formas.

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Gracias por leer.

Héctor Escajadillo

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